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viernes, 21 de agosto de 2009

Falsificación de Moneda Argentina

La falsificación de billetes en la Argentina se triplicó entre el año 1996 y el 2000, mientras 5 de cada mil monedas son falsas, datos que preocupan a las autoridades del Banco Central.

Más… “Insistiremos con campañas de difusión para alertar a la gente. Por otra parte, el billete de 100 dólares sigue siendo el otro gran favorito de los falsificadores.

En 1996 el Central detectó 10.281 billetes falsos, pero desde entonces la cifra fue subiendo y en el 2000 se triplicó: hasta noviembre se detectaron 31.994 billetes. Desde que se lanzaron las nuevas monedas de la convertibilidad en abril de 1991 hasta julio del 2000 se habían detectado 700.000 monedas falsas, pero en estos últimos meses la cifra ya se acercó a 900.000 unidades.

Los datos del Central, que corresponden a sus agencias en las 23 provincias y la capital, son apenas un indicio del problema. Porque la mayoría de las falsificaciones es rechazada en los bancos, pero sí circula en supermercados, estaciones de servicio, locales de apuestas y —en general— aquellos sitios donde se paga en efectivo.

Los billetes falsificados que más se ven en el área de la Capital son de 5, 10 y 20 pesos. En el interior del país circulan más los de 50 y 100 pesos.

En cuanto a las monedas, la más falsificada es la de 50 centavos. “Ya se detectaron más de 900.000 monedas falsas”, admitió Avilés. En cada bolsa de 1.000 monedas que el Central recibe diariamente de los bancos, aparecen al menos 5 falsas.

Como en la Argentina hoy circulan 428,8 millones de billetes y 2.591,1 millones de monedas emitidos por el Banco Central, alguien podría pensar que el tema no es tan grave. “La proporción de monedas y billetes falsos en relación con el circulante puede parecer ínfima, pero nuestras cifras hablan sólo de lo que se detecta en el sistema bancario. Es apenas un indicio de lo que puede estar pasando, porque el grueso de lo que se falsifica no llega a los bancos”.

Para saber con precisión cuántos billetes y monedas falsos existen, “habría que contar todos los que están circulando. Es imposible, por eso no hay cifras definitivas”.

Hoy se hacen billetes usando fotocopiadoras láser color, scanners combinados con impresoras a chorro de tinta y —en el mejor de los casos— una imprenta offset, pero el resultado es bastante burdo. “Mojando el billete con la punta del dedo se nota la diferencia: en el falso, la impresión se borronea”.

Los billetes argentinos son más seguros que el dólar, que recién en la última década incorporó la marca de agua, el hilo de seguridad y la tinta ópticamente variable.

Un billete argentino auténtico se hace en papel de fibra de algodón —los falsos, en papel común, de celulosa de madera— y se imprime simultáneamente de tres maneras diferentes. El retrato del prócer y las viñetas se hacen en relieve, con impresión calcográfica. Los fondos de seguridad del billete se hacen en offset. La numeración se hace con tipografía especial. La marca de agua que se ve a trasluz —con la imagen del prócer en distintos tonos de blanco y gris— se imprime con un cuño mientras la pasta del papel aún está fabricándose. Por eso en un billete original la marca de agua no se ve bajo luz ultravioleta.

Por cierto, los expertos admiten que “no hay billete que no se pueda falsificar”. Se niegan a hablar de técnicas, por razones obvias. Pero algunas ya son populares.

Es el caso de la tinta ópticamente variable OVI, que en el billete auténtico está hecha con escamas microscópicas y por eso cambia de color según el ángulo de la luz. En la falsificación se la reemplaza por brillantina o purpurina de colores, aunque claramente no produce el mismo efecto.

La marca de agua se pinta o se hace con un sello entintado en líquido corrector blanco combinado con resaltador flúo, pero queda en evidencia bajo la luz ultravioleta. El hilo de seguridad plateado es originalmente un hilo de plástico que se incorpora al papel en la fabricación, donde normalmente se debe leer al trasluz la leyenda “BCRA”, el signo pesos y el valor del billete en números. Pero en los billetes falsos el hilo se reemplaza por fragmentos de papel metalizado —que se despegan fácilmente— o por una serigrafía.

Hacer monedas falsas parece más sencillo —alcanza con un buen cuño, una prensa y una cinta transportadora— “aunque las máquinas expendedoras de boletos en los ómnibus las detectan fácilmente, por el peso y la composición del metal. Las de 50 centavos auténticas son de cobre y aluminio, las de 1 peso tiene un núcleo dorado con los mismos materiales y un anillo plateado con níquel y cobre. Las falsas son mayormente de latón”, “En la Argentina no se falsificaban monedas desde hace un siglo, cuando se acuñaban con oro y plata”.

Los falsificadores también usan aleaciones de tres metales blandos —por ejemplo cobre, zinc y estaño, pero a veces antimonio o plomo— que se funden en un molde de joyería. El molde funciona como un cuño, que se obtiene con fotografías de la moneda original. Las monedas falsas que se obtienen con este método son oscuras, pero se pintan a soplete para lograr el color. El tema es que se destiñen fácilmente.

Otra técnica es el redibujo: se hace con prensas de precisión y usando monedas de otros países. Pero en todos los casos, las monedas falsas se distinguen porque parecen gastadas y sin detalles. El canto, que en las originales está rayado, es liso o con líneas discontinuas. Y el relieve con la Casa de Tucumán en las de 50 centavos, queda totalmente desdibujado.
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Fuente: Diario Clarín, BCRA, Casa de la Moneda.
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Fuente: http://www.billetesargentinos.com.ar/
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