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miércoles, 7 de julio de 2010

Automodificación de la escritura

La automodificación consciente se manifiesta cuando una persona altera morfológicamente ex profeso su propia escritura para luego rehuir a la responsabilidad de un documento o escrito. Este tipo de autofalsificación suele revelarse tanto en los instrumentos cuestionados o bien cuando el individuo conforma el cuerpo de escritura ante el tribunal.
El simulador trata de cambiar los aspectos formales, creyendo que a posteriori la puede negar y de ese modo salir airoso de cualquier causa judicial. Pero en realidad desconoce, o si bien lo sabe le resta importancia, que a través de una pericia caligráfica se puede determinar la autoría de esa automodificación.
La persona creerá que modificando determinados elementos del grafismo, como pueden ser la velocidad, inclinación, presionado, la creación de formatos superficiales en las letras mayúsculas, ejecutar los números "8" en dos círculos desligados (cuando su habitualidad es conformarlos con un entrecruzamiento en la zona media de los óvalos), alterar los ángulos de las consonantes "m", "n", "ñ" o "u", agregar trazados accesorios en la parte final de la firma, cambiar la dirección, realizar círculos en las vocales "i" cuando en realidad los ejecuta como signo puntual, inflar exageradamente los bucles inferiores y superiores de las letras "l", "ll", "g" "f", "j" o "y", recrear falsos temblores, escribir con la mano izquierda, etc. Como se podrá apreciar, son infinitas las modalidades de alteración y no se agotan en las mencionadas.
Pero definamos qué es el automatismo personal de la escritura, para comprender el porqué no es nada fácil modificar la escritura natural. El automatismo es definido como el elemento gráfico que, apartándose de las normas caligráficas correspondientes, se mantiene constante en una escritura espontánea.
Por lo tanto, la escritura es un acto reflejo que comienza desde la edad del aprendizaje y que termina con la muerte física de la persona. El automatismo permanece invariable, indisoluble y único, a pesar de todas las diferencias formales voluntarias o involuntarias que se puedan introducir en el grafismo. Al perdurar para siempre con las características de inmutabilidad e inalterabilidad, el gesto gráfico es el pilar técnico y científico en el que se basa la disciplina pericial caligráfica para determinar cualquier tipo de autorías. Si no existiera este elemento básico y fundamental en el grafismo, tal vez la pericia caligráfica no hubiese existido.
La que ejecuta la escritura es una serie de órganos voluntarios, que constituyen el sistema motor e incluyen los dedos, mano, muñeca, brazo, antebrazo, hombro.
El que la dirige es el cerebro, donde está el inconsciente y se compone de los nervios, contracciones musculares automáticas. Este conjunto del órgano motor que es el que escribe y el órgano rector o cerebro que le va indicando cómo escribir, crea y fortalece el idiotismo gráfico, interactuando entre sí de manera unida y cadenciada, que constantemente evoluciona y desarrolla, pero manteniendo esa característica de individualidad en cada escribiente.
Como expresé más arriba, la escritura está conformada por los actos involuntarios que le dicta el inconsciente, el simulador se verá desenmascarado. ¿Por qué? El cerebro registra en la memoria todos los acontecimientos pasados que la persona fue aprendiendo desde el principio de su vida; estos registros acumulados difícilmente logren ser olvidados. De esta manera los hábitos se automatizan y se van incorporando constantemente, persistiendo de manera latente en el subconsciente.
La escritura no es ajena a este devenir cambiante, acompaña e interviene en estos procesos de transformación, por ello las letras, los números, la firma, los trazados se van automatizando y quedarán plasmados en el subconsciente del individuo.
El automodificador, indefectiblemente, tendrá que luchar con los movimientos de mano que quiere controlar conscientemente y los automatismos adquiridos a lo largo de toda su vida. En esta contienda del consciente con el inconsciente, el último en la mayor parte de los casos acabará por triunfar; resultado: la persona dejará en la escritura su propio sello y difícilmente pueda ser cambiado, cualquiera sea el esfuerzo o el artilugio que realice.
La pericia caligráfica se basa en estos gestos gráficos automáticos para determinar la autoría de un individuo en la escritura o firma de un documento. Si se analizan los pasos descriptos, el perito calígrafo casi siempre podrá llegar a una conclusión categórica de la paternidad escrituraria del modificador.
Los que generalmente autofalsifican su escritura natural son personas que tienen una instrucción caligráfica y educacional de media a alta. Son los que utilizan tarjetas de crédito o cheques robados; los propios titulares de tarjeta de crédito o cheques que luego denuncian su robo o extravío; en cartas anónimas; manuscrito de amenazas contra las personas; en pagarés, para luego negar su propia firma; en actores o demandados en causas laborales, en donde no quieren reconocer recibos de haberes o pagos de deuda, entre algunos ejemplos. Las modalidades mencionadas se dan principalmente en causas penales; los autofalsificadores de este tipo de delito son figuras conocidas en los estrados judiciales.
Los que no son muy conocedores en la materia atacan a la pericia judicial que definió la autoría de la firma o escrito, por sólo observar meras discrepancias formales en los grafismos y así se sienten avalados para impugnar el dictamen a los fines que sea desechado por el magistrado. Mas estas estrategias están condenadas al fracaso por cuanto la seriedad de las técnicas periciales han avanzado lo suficiente como para combatir este tipo de delitos gráficos y el calígrafo público que estudió en la universidad conoce esas técnicas científicas para desenmascarar a estos simuladores, ya sea para desbaratar a estos profesionales del delito o bien los que no están habituados a delinquir.
Ocurrieron casos en que no fue posible resolver la autoría de la firma o escrito en cuestión, ya sea por la escasez de elementos indubitados o auténticos, o bien el automodificador era un excelente alterador de formas caligráficas propias.
La tercera ley de la escritura de Solange y Pellat en su libro "Les lois de escriture" (Leyes de la escritura) es contundente y no admite dudas: "Una persona no puede voluntariamente y en un determinado momento alterar su propia escritura natural, sin hacer con ello ostensible en el trazado la señal evidente del esfuerzo que ha realizado para conseguir esa modificación".
Existen muchas causas penales en las que la pericia caligráfica ha resultado exitosa, pero también es cierto que en general, antes de lograr un dictamen acertado, se debe producir y realizar un pormenorizado e importante estudio y examen técnico para dilucidar y determinar la autenticidad de la firma o escrito.


Patricio Roldán
Calígrafo oficial del Superior Tribunal de Justicia de la provincia de Río Negro.

www.rionegro.com.ar

FUENTE: http://www.colegiocaligrafos.org.ar/abm/noticias/resultado.php?registro=30